martes, 27 de octubre de 2009

Viaje

Me transpiran las manos y dudo de todo, pero voy. Me pongo esa remera porque sé. Voy enojada y enternecida. Otra vez el péndulo, otra vez fuera de mí.

Me siento en un sueño extraño, esos sueños que tratan de ser pesadilla sin lograrlo. Camino y camino, permaneciendo siempre en el mismo lugar. Y vos siempre igual de lejos, tan desconocida ahí parada, modificada por tus palabras.

El abrazo no se piensa, se da. Se hace el abrazo y se deshace el mundo, se disuelve la historia, tu pelo huele a presente perpetuo.

No digo nada del DO y me pierdo en ese camino, hasta que lo pronuncies. Me pregunto en silencio todas las preguntas del alma.

Después te miro a los ojos y se hace la música... para que el abrazo siga acunándonos los cuerpos.

lunes, 26 de octubre de 2009

Retiro

Llegué temprano a Retiro para encontrarme con vos. La terminal parecía el lugar de la primera cita, esta vez, afortunadamente, yo no tenía el casco puesto. Erróneamente había elegido un libro que llevaba tiempo intentando leer apostándo a poder avanzar un párrafo en este viaje. Nunca iba a poder avanzar esperándote a vos ¿y si te arrepentiste? ¿y si viene el micro y vos nos estas? ¿me voy igual? ¿Le dejé comida al gato? El libro no estaba funcionando. Saqué los auriculares y le sumé banda sonora al dramático momento que estaba viviendo, igual era temprano, miré el celular y tampoco era tan temprano. No seas obsesiva Luciana o mandale un mensaje o llamala o decile a la del altavoz que la llame por los parlantes. No fue necesario avisarle a la chica de voz chillona. Ahí estabas. Caminando despacio, la del altavoz no se callaba y el micro acababa de llegar. Pensé demasiado en si darte un beso o no, que pedorra que es esta parte de pensar en el beso, igual soy yo la pelotuda que lo pienso, pero con vos soy así. Y seguía mi deliberación, que si la gente, el chofer, el micro y toda la paparruchada de querer cuidarte de no se que. ¿Por qué siempre con vos me siento una torta principiante? En fin, llegaste, me sonreíste y me abrazaste. Fue una buena salida.

Te habías cortado el pelo y te quedaba genial. ¿Cómo habías tenido tiempo para cortarte el pelo? Te pusiste del lado de la ventanilla y yo en el pasillo. Me acariciaste la cara y yo manifesté surtidas sensaciones que me llevaron a darme cuenta que este lenguaje corporal me estaba calentando bastante. Pero fuimos despacio, el micro recién estaba arrancando.

miércoles, 21 de octubre de 2009

Vino

No había vino, antes de vos (existía, pero era desconocido). Creía saber que no me gustaba, que no era para mí.

Pero vos viniste con tu gato silencioso y tus muchas palabras.

Después vinieron tu sonrisa transparente y vino-tu-vino de rubí.

Acepté el vino por cortesía o por vergüenza... a la sonrisa no la acepté, se me metió solita en el alma.

Me pierdo, a veces, en la complejidad de aromas y colores, en las múltiples memorias sensoriales y en lo desconocido.

A veces, me miro en tu copa y me veo yo-otra:

Sonriente yo-roja
Surreal yo-feliz
Borracha yo-amor
Desnuda yo-tuya

lunes, 19 de octubre de 2009

Simple

Que lindo es esta pelotudez de no saber muy bien ni la hora ni el día, que lindo que no se si tengo que trabajar o si no, que lindo cuando el mundo se ve por la ventana, que lindo que es esto de alimentarnos del olor a las sábanas y que linda que estás vos.
Pero el olor a sábanas solo me estaba alimentando poéticamente y la realidad era que me habías hecho perder muchas energías en las últimas horas y en los últimos tiempos, así que aunque dudé en dejarte sola en mi cama confié en que esta vez no ibas a desaparecer.
Había huellas de nosotras por todos lados, mi departamento merecía ser una pieza de un museo lésbico, pero no te gusta esa palabra, que sea entonces un museo sexual o que sea un museo de amor o que directamente no sea una pieza de museo y sea simplemente algo tan sencillo como el lugar en donde pasamos ya no se cuantas horas.
Mientras me preparaba el café pensé en que realmente no había pasado tanto tiempo, que tus idas y vueltas habían dilatado una historia que era tan sencilla como te ves ahora, durmiendo y soñando desnuda. Y me dan ganas de despertarte pero sigo revolviendo con la cucharita intentando imaginarme que va a pasar cuando te despiertes, porque se fehacientemente que vos tampoco te alimentas del olor a sábanas, que indudablemente vas a vestirte y que no vas a quedarte eternamente desnuda como a mi me gustaría.
Entonces mejor dejo el café, dejo la pieza de museo intacta y me acuesto al lado tuyo, así tan simple y así tan desnudas.

miércoles, 7 de octubre de 2009

Onírica

Rápido, salgamos ya, mi amor... no hay moros en la costa!

Corramos por la arena, que el mar borre las huellas de los pies.

Seamos viento suave: que nadie vea, que nadie escuche!

El tiempo es nuestro, es nuestro el espacio.

Tu costa onírica y la mía, mirándose eternamente. Y el mar que intenta y no puede separarnos.