domingo, 15 de noviembre de 2009

Amor

Amor mío, tropezás con tus palabras como tropiezo yo con mis silencios. Te ahogás en tus preguntas como yo me ahogo en mi torpeza.

El amor no es una respuesta... es luz, como te dije aquella vez (y por un momento te vi romper tu esclavitud). Este amor llena de luz la vida y donde hay luz siempre hay oscuridad.

Pero no se explica el amor, you know. Me escapo a otros idiomas, a otras realidades. Siempre inútilmente intento escaparme de la cárcel de palabras. ¿Estaré destinada a desilusionarte siempre?

(Siempre vuelvo como una mariposa de la noche a tu luz, que se abre paso a través de las palabras.)

Nada tengo para ofrecerte más que claroscuros yin-yang, entelequias dibujadas con birome en la palma de tu mano, noches de vino ambiguo... y mi alma iluminada cabalmente por tu presencia.

martes, 10 de noviembre de 2009

Tu amiga

Estábamos en el medio de la nada. La nada misma. Vos mirabas y me tenías a mi, yo miraba y te tenía a vos. Es decir, la voluntad de nuestros ojos era la otra, era tan simple que mi atormentada cabeza tenía que complejizarlo. Se ve que a mi las sutilezas no me van: No me puedo quedar con vos mirándonos eternamente, tengo que hablarte, tengo que besarte, algo tengo que hacer.

No daba el momento ni remotamente pero yo saqué el tema de tu amiga. Si es cualquiera, pero soy así, siempre hago cualquiera, y muy pocas veces mi cerebro y mi boca logran llegar a un acuerdo. Quería hablar de tu amiga como si yo fuera tu amiga, o sea, quería que me cuentes que onda con tu amiga pero yo no era tu amiga, nunca fui tu amiga, en cambio ella si. Si es verdad que habíamos hablado de ella, pero tampoco es que habíamos hablado tanto como para que yo pueda quedarme sin nada mas que preguntar.

-“Preguntáme” me dijiste. No, tampoco es que tengo una serie de preguntas pensadas para hacerte. Te llené un poco la copa como para no quedar tan enredada yo y aludir a una borrachera conjunta.

Era obvio que quería desdeñar cosas de la intimidad, de tu intimidad con ella. Pero no quería preguntarte quería que me respondieras. Siempre me gustó obtener respuestas sin preguntas ¿Por qué siempre hay que preguntar para que alguien te responda?

-“Estuvo bueno” alegaste escuetamente. ¿estuvo bueno? ¿pero bueno como? ¿bueno en que sentido? ¿todo estuvo bueno o bueno una parte?

Las copas empezaron a cumplir su cometido en el momento justo, ni yo quería preguntar ni vos querías responder.