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Exilio
Durante el tiempo de este duelo extraño, me será necesario pues sufrir dos desdichas contrarias: sufrir
porque vos estés presente (sin cesar, a pesar tuyo?, de herirme) y entristecerme porque estés muerta (tanto, al menos como te amaba). Así me angustio (viejo hábito) por una llamada telefónica que no llega, pero debo decirme al mismo tiempo que ese silencio, de todas maneras, es inconsecuente, puesto que he decidido despreocuparme: pertenece solamente a la imagen amorosa de tener quien me telefonee; desaparecida esa imagen, el teléfono, suene o no, retoma su existencia fútil.
(¿El punto más sensible de este duelo no es que me hace perder un lenguaje, el lenguaje amoroso? Se acabaron los “Te amo”.)
Versión modificada de Roland Barthes, "Fragmentos de un discurso amoroso"
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