
Pero está la verdad.
La verdad es que sigo viéndote a través de tus mentiras y tu luz me sigue asustando. No tanto como a vos, creo. Me asusta que te conviertas en ese ser complaciente que inventaste para agradar. Para escapar. Sé que soy el yin de tu yang y en ese sentido no soy menos mentira que vos. Esta vez no es justo, no lo acepto.
Siempre te preguntaba si habías leído Solaris porque yo me sentía como Hari cuando vos me mirabas. No sé por qué te lo preguntaba tantas veces, creo que trataba de entender tu sonrisa enigmática cuando me decías que sí. Había algo en tu respuesta que no me convencía y ahora me doy cuenta de que Hari eras vos.
La escarcha que cubre tu cuerpo no me engaña. No me engañan tus intentos de ser cool. Te veo a tu pesar y a pesar de que salgas corriendo, de que me tapes de mentiras, a pesar de todo sé quién sos.
Ojalá algún día lo sepas vos.
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